Tras arder todo aquello que era mi vida, surgió entre la devastación un brote nuevo y fresco aunque muy consciente de la ceniza que cubría su alrededor.
La agradable lluvia descubrió en mí un sentimiento y quise empaparme de conocimiento y experiencias que me colmaran y me hicieran sentir plena.
Demasiadas gotas para recibirlas todas... Se tornaron en dudas, en dolor y confusión.
Entonces desde mi oscuridad divisé la luz de aquel que siempre estuvo allí, en mi renacer, sin pretensiones ni intereses ocultos, cuidando de su rebaño, desde la lejanía, dejando a los nuevos brotes crecer en la rica tierra de su campo.
Me vio nacer, empezar a crecer, sufrir... y tras eso, me concedió el honor de tomar mi madera para tallarla y con ella hacer arte, ese arte que a su termino cederá a quien sea capaz de valorar y cuidar con el mismo tacto que el de sus propias manos.
Y llegado el momento... Como amar profundamente a dos seres con un solo corazón? Con la misma esencia, con la misma entrega...
La respuesta está en mi alma, en mi elección, en esa decisión que al tomarla partió para siempre mi corazón en dos.
Bajo su manto creceré, esa explosión de sentimientos se tornaran en uno solo, un sentimiento inevitablemente dirigido hacia Él, pero también por Él que será quien me sitúe en la dirección correcta. Y en ese camino por el que me guíe, hallaré un día a aquel al que amaré sinceramente y ofreceré mi entrega, aquel que será mi Dueño.
A pesar de eso, parte de esos sentimientos se quedaran con Él para siempre, con aquel a quien ahora entrego mi alma para tallarla y de ese modo crear arte con todo esto que siento, con lo que mi interior alberga.
Un día me entregaré en cuerpo y alma al que será mi Amo, mi Dueño, sin embargo Él siempre será mi Señor, el que me trajo la calma, el que me vio resplandecer con mi propia luz, por esa razón, eternamente agradecida, siento que de algún modo siempre seré Suya... Su obra.
vera