miércoles, 27 de noviembre de 2013

Indómita



La cálida luz de la mañana bañaba el salón mientras preparaba el desayuno para mi Amo. Me sentía bien, relajada, recordando la intensa sesión que mi Señor me regaló la noche anterior.

Mire a los ojos de mi Amo, que se hallaba sentado, tranquilo, observándome sonriente y de repente me sentí un poco traviesa...
Dejé con cuidado el desayuno sobre la mesa, me volví hacia mi Amo, le sonreí con picardía y de repente, me lancé sobre Él, poniéndome a horcajadas y rodeando su cuello con mis brazos.


Acerque mi boca a su oído, y dulce pero sensual, le susurre: "ahora, no eres mi Amo, eres mi presa". Me quedé algo tensa esperando su reacción, pues hasta ese momento, nunca antes me había atrevido a hacer algo así, ni siquiera lo había tuteado nunca, pero me miró divertido, me sonrió y me dijo "malvada", rodeando mi cintura con sus brazos.

Lo miré a los ojos y lo besé, me devolvió un beso dulce y cálido como la luz que brillaba desde la ventana, y me dispuse a sacar mi parte mas indómita ...

Lleve mis manos atrás, por donde me sujetaba y cogí sus manos entre las mías, luego las lleve sobre su cabeza, entrelazando sus dedos con los míos, mientras lamía, besaba y mordía su cuello, fui soltando sus manos y bajando las mías por sus brazos a la vez que bajaba mi boca desde su cuello a su pecho besándolo, me alcé un momento, para lamer los labios de mi Amo y besarle de forma apasionada.

Pude notar entre mis piernas, como se iba excitando cada vez más mientras volvía a su pecho, lo acaricié con mis manos, con mis labios, con mi lengua, jugué con sus pezones, mordiéndolos suavemente, lamiéndolos, mientras llevaba mi mano derecha a su entrepierna. 

Me incorporé despacio sin dejar de acariciar su polla, que se alzaba dura y exigente, y le despojé del pantalón. Me arrodillé ante mi Amo, entre sus piernas y me dispuse a darle todo el placer que pudiera ofrecerle.

Sin dejar de acariciarle con mis manos, lamí una y otra vez, lentamente, disfrutando del placer de tener la polla de mi Amo entre mis manos, la introduje en mi boca, lamiendo, succionando, presionando con mis labios y rozando con mis dientes en ocasiones con sumo cuidado, volví a lamerla, alcé la vista un momento y pude ver el placer en sus ojos.

Me alcé sin dejar de acariciar la polla de mi Señor y de nuevo me situé sobre Él, a horcajadas, introduciéndola en mi coño, tremendamente húmedo por la excitación y cabalgué sobre mi Amo mientras tomaba mis pechos entre sus manos y empezaba a jugar con mis pezones, cada vez más duros.

Estaba muy excitada, pero no quería correrme, no hasta que mi Amo lo quisiera, así que fui reduciendo la intensidad de mis movimientos, acerque mi boca a la de mi Señor, lo besé y le susurre: "he sido un poquito más indómita que dulce hoy... Pero sigo siendo suya".

Me desprendí del cálido placer que me colmaba y me alcé para posteriormente ponerme de rodillas sobre la mesa, ofreciéndole a mi Amo mi coño y mi culo, para que me tomara como Él desease.

Me sodomizó mientas azotaba mi culo con su mano desnuda, y con voz dulce pero intensa por la excitación me dijo: "córrete puta". Lleve una mano a mi coño, mientras con la otra me apoyaba para recibir sus embestidas sin perder el equilibrio, empecé a masturbarme, estimulando mi clítoris mientras mi Amo me follaba con dureza, hasta que explotamos, los dos a la vez, acompasando nuestras respiraciones y nuestro corazón que latía como uno sólo.

Salió de mi interior mientras yo me seguía estremeciendo tras el orgasmo, me ayudó a incorporarme, me besó y me acomodó entre sus brazos al tiempo que nos sentábamos, abatidos y relajados mientras la tenue luz de la mañana seguía bañando el salón y nuestros cuerpos desnudos.


vera.




martes, 19 de noviembre de 2013

Tarde de Invierno



A los pies de mi Amo, desnuda, puedo notar como a momentos me observa por debajo de su libro, siento su placer al tenerme dispuesta en todo momento, a la espera de una simple orden suya. Contemplo las llamas y espero, oyendo únicamente el crepitar de la madera en el más absoluto silencio, tranquila por estar junto a Él, feliz por tocarlo, por sentirlo, por saberme suya.

Permanezco durante largo rato, a la espera, deseosa de que me permita acariciarlo, anhelando poder tener su polla en mi boca, poder sentir su placer cálido derramándose en ella. Mas debo ser paciente, pues se que eso es lo que mi Amo desea de mi en este momento.

Con total tranquilidad, mi Amo, deja su libro a un lado y se incorpora frente a mí. Sin mediar palabra, me toma del cuello y me insta a levantarme, para después, aun con su mano acariciando mi cuello, besarme intensamente. No necesito palabra alguna para saber qué es lo que desea de mí, así que me limito a seguirle hasta la habitación. Antes de entrar en ella, me ordena que me arrodille y espere en la puerta hasta que Él me permita entrar.

Tras unos minutos, en los que debido a la intriga la espera me resulta eterna, mi Amo sale de la habitación, me toma de la mano, me levanto y entro tras él. Noto el calor de las velas, y puedo ver su luz brillando sobre mi piel desnuda, iluminándome tenuemente. Inconscientemente, y debido a mi excitación, aprieto un poco la mano de mi Amo, y él con cariño lleva la mía a su boca y la besa tiernamente.

Sobre la cama hay dos paquetes, dos cajas de cartón de color burdeos con adornos plateados. Mi Amo me hace sentarme en el borde de la cama y me explica que uno de los paquetes es para mí, el otro, aunque también debo abrirlo yo, será para él.

Me deja elegir el orden en el que abrir los paquetes, y decido abrir primero el suyo. Al abrirlo, descubro un látigo de colas, de color negro, lo toco y puedo notar su suavidad entre mis dedos, por un momento pienso que… parece imposible que con ese tacto tan suave ese accesorio pueda llegar a provocarme dolor en las manos de mi Amo.

Absorta con lo que acababa de descubrir, no me había percatado de que mi Amo me estaba mirando fijamente y me sonreía, levanté la vista, y al mirarlo, no pude más que arrodillarme a sus pies y ofrecerle el látigo a la vez que bajaba de nuevo la vista hacia abajo. Mi Señor toma el látigo de entre mis manos, lo deja sobre la cama, y me coge de los brazos para que vuelva a sentarme en la cama y abra el otro paquete.

Al abrirlo, descubro un pañuelo de seda negro, casi transparente, cubriendo algo que parece brillar por debajo de él. Al levantar el pañuelo, y ver lo que había debajo, alzo la mirada hacia mi Amo, excitada pero intrigada a la vez,  pues lo que acababa de ver eran unos grilletes, y una cadena brillante con un mosquetón en uno de los eslabones del centro. Mi Amo, me coge de la barbilla y me dirige la cabeza con sus dedos hacia un punto en el techo, en la esquina de la habitación. Allí puedo ver entonces lo que hasta ese momento no había visto, del techo sobresalía una pieza metálica como una especie de argolla.

Es en ese momento cuando puedo imaginar perfectamente para que sirve, y por si albergaba alguna duda, la sonrisa de mi Amo y sus ojos de deseo me hacen ver  con total claridad para que es todo aquello.  Al darme cuenta, inmediatamente puedo notar como  mi excitación aumenta, y me siento cada vez más y más húmeda. Cojo los grilletes atados ya a la cadena y me los sujeto a las muñecas, para posteriormente ofrecerle la cadena y mis manos a mi Señor, que me mira con satisfacción aun sin decir nada.

Toma mis manos con suavidad y las examina para asegurarse de que los grilletes no me aprietan demasiado, se acerca a mi oído y dulcemente me susurra  “te deseo”. Después coge el mosquetón atado a las cadenas y me dirige hacia la esquina de la habitación, justo debajo de la argolla.

Ata el mosquetón a la argolla y baja rozándome con sumo cuidado, por las muñecas, los brazos, acariciándome hasta llegar a mi cintura, donde me sujeta, me aprieta contra él y me pregunta si recuerdo la palabra de seguridad, asiento, “si Amo”  y me besa justo después de oír mis palabras.

Se dirige hacia la cama, y coge el pañuelo de seda que sigue sobre ella, vuelve hacia mi y me lo ata de manera que no puedo ver nada, solo sentir su cercanía, su calor y sus caricias en mi mejilla al retirar sus manos después de atarme el pañuelo a los ojos y besármelos uno tras otro por encima de él
.
Puedo sentir como se aleja de mí, dejándome indefensa, atada, con los brazos por encima de mi cabeza, sintiendo el frio y la ansiedad tras su momentáneo abandono. Mas no tarda en volver, noto que me roza algo suave, en los labios, el cuello, los pezones, el estomago, hasta llegar al interior de mis muslos y rozar suavemente mi clítoris ahora tremendamente húmedo por la excitación.

Noto de nuevo como se aleja de mí, y puedo oír un pequeño chasquido. Inmediatamente siento como ese chasquido, estalla contra mi piel, varias veces, en mis pechos, primero suave, luego cada vez más fuerte, variando de intensidad, bajando a mi estomago, a mis muslos, hasta que de repente, golpea en mi coño rozándome con suavidad el clítoris y provocándome un fuerte grito de dolor y de placer a la vez, noto las colas del látigo, una a una como rozan mi coño, una y otra vez, siento como estallan en él provocándome un fuerte dolor y el mayor placer que había sentido jamás.

De pronto, los golpes cesan, desolado por el abandono, mi cuerpo tiembla como una hoja a causa de las sensaciones, de la excitación, y siento que si no estuviera atada al techo me desplomaría en cualquier momento.

Mi Señor se acerca a mí, me besa en los labios con mucha suavidad y con sus manos desata el pañuelo de mis ojos. Mientras recupero la visión puedo ir visualizando la imagen de mi Amo, con esa mirada tan intensa, esa mirada de placer absoluto que me hace sentir orgullosa de haberle complacido.
Se acerca a mi oído y me susurra bellas palabras de aliento mientras me libera de las cadenas que me sostienen y que  ya empiezan a entumecer mis brazos.

Aunque intento por todos los medios que mis piernas soporten el peso de mi cuerpo, no lo consigo, me desplomo en los brazos de mi Amo temblando todavía. Me lleva hasta la cama y me arropa tiernamente, se desnuda, se mete en la cama conmigo y me abraza.



Es en ese mismo momento cuando me siento tocar el cielo, orgullosa de servirle, feliz de sentirlo conmigo. Me aferro a los brazos de mi Amo y no puedo evitar derramar algunas lágrimas, por sentirme tan dichosa, por sentirme completa, por sentirme suya.


vera_de_E.







viernes, 8 de noviembre de 2013

Khaleesi


Debo decirle, Mi Sol y mis estrellas, que quisiera....

Ser como el viento que fluye a su alrededor, y a su vez la fiel esclava que se arrodilla ante su Amo, ansiosa, a la espera de un gesto, una palabra, una orden, cualquier cosa para poder servirle y complacerle.

Con la cabeza alta de orgullo pero la mirada baja por respeto a mi dueño, dulce e indómita.

En la intimidad.... la que reciba su dulzura y su dureza, el dolor profundo convertido en el mas absoluto placer.
La que luzca orgullosa, aunque en el más íntimo secreto, esas marcas sobre mi piel, regalo de mi Amo, recuerdo del momento más intenso, ese en el que le pertenezco más que nunca y en el que me usa, como a su bien mas preciado,ese momento que guardamos en lo mas profundo de nuestro interior y que es sólo nuestro.

La que gime con sus caricias tanto como con sus azotes, y grita de placer, el placer de someterse a su Amo, de sentir el dolor en su piel mientras observa en los ojos de su Señor el deseo, el propio placer, el amor que siente al recibir la entrega más absoluta y pura.

Quisiera ser en la intimidad, su esclava, su perra obediente, su bien más preciado al que usar a placer, su puta abnegada y siempre dispuesta a complacerle.

Fuera de la intimidad.... puede que algún día, la que lo acompañe en su camino, lo comprenda, lo apoye, quien comparta su vida y haga de ud gran parte de la mía, quien viva a su lado sus mejores momentos y lo respalde en los peores.
La que pueda junto a ud. reír, llorar, vivir, sentir, amar y ser amada. La que sea capaz de dirigir a su lado una vida compartida, como su amiga, su compañera, Su Todo.

Quisiera ser en la intimidad la mejor sumisa, su esclava, su sierva, la que más lo adora Mi Sol y mis estrellas... Y fuera de ella, quisiera ser su Khaleesi, la Luna de su vida.


vera.






viernes, 25 de octubre de 2013

Libertad

Hace algún tiempo leí una frase que me gustó mucho, decía: “Dame alas para volar y motivos para quedarme…”. De esta frase yo haría mi particular versión añadiendo “que yo misma pondré una cadena alrededor de mi cuello y te la entregaré.”

Eso es exactamente lo que hace mi Amo, darme alas, y motivos para quedarme. 

Me alienta haciéndome crecer cada día un poquito más como sumisa y como persona, haciendo que tenga esperanza,  que sea fuerte y paciente (aunque esto último le cuesta un poquito más…).

 Y no solo me da alas, también me impulsa para que pueda emprender el vuelo y me asegura que estará ahí para cogerme si caigo.

Ese es el motivo por el que deseo entregarle el extremo de esa cadena que rodea mi cuello, que me posea y me dirija, deseo hacerle sabedor de que a pesar de la distancia que ahora nos separa, es mi dueño y le soy fiel, pero también sé, que no necesito decírselo para que lo sepa.

Aunque sé que es algo pronto para poder saber si puedo, nada desearía más que ofrecerle mi libertad, ser su esclava. Vivir con él el dolor, el placer, enfrentarme de nuevo al amor que tanto daño me ha causado y al que temo, ofrecerme total y plenamente en cuerpo y alma, para siempre.

Mi Amo es el que me motiva día a día para que siga siendo quien soy, quien debo ser, pero no solo para él, sino también y principalmente para mí. Es quien un día me dio la libertad de poder ser yo misma, a quien se la debo y a quien la quiero entregar.


La libertad es algo tan complejo que en ocasiones es exactamente privándote de ella cuando más libre te sientes. 


vera




jueves, 24 de octubre de 2013

CHOCOLATE






CHOCOLATE


Esa noche estaba cocinando para mi Amo, vestida solo con una sencilla camiseta de tiras, me esmeraba para que todo saliera perfecto y fuera de su agrado.

De pronto vino hacia a mí, creí que para ver qué era lo que estaba haciendo, pues también es aficionado a la cocina. Se acercó a mi oído rodeando con su brazo mi cintura “deja eso ahora”, me dijo. 
Le obedecí de inmediato, apagué el fuego y aparté lo que estaba haciendo hasta ese momento.

Me besó con tanta intensidad que si hubiera tenido algo en las manos de seguro se me habría caído sin siquiera darme cuenta, me cogió sin apartar sus labios de los míos, luego me apoyó sobre la mesa, boca abajo, con sumo cuidado. 

Pude ver por el rabillo del ojo como se acomodaba tras de mí, sentado en una silla. Acarició mis nalgas, con la misma ternura de siempre y después de pasar sus dedos por mi coño totalmente húmedo ya por la excitación, comenzó a azotarme, una y otra vez, y otra, perdí la cuenta y también la noción del tiempo, hasta que me levantó de la mesa y me besó.

Luego me cogió entre sus brazos y me sentó sobre la mesa.

Hasta ese mismo instante no me había percatado de que en las manos llevaba un pañuelo, mi pañuelo, el que siempre usaba para taparme los ojos cuando quería privarme temporalmente de ese sentido. 

Me lo acercó y lo ató fuertemente, dejándome inmersa en la más absoluta oscuridad.

Pudieron pasar varios minutos, pero la excitación que acrecentaba en mi interior hizo que ni siquiera fuera realmente consciente de cuánto tiempo pasó exactamente antes de volver a notar las manos de mi Amo sobre mí. 


Me sujetó de las muñecas y noté como me abrochaba algo en ellas, como unas correas de cuero, me recostó sobre la mesa y llevó mis manos por encima de mi cabeza hasta sujetarlas cada una a un lado, abiertas, como si las estuviera atando a cada una de las patas de la mesa, bajó sus manos rozando despacio por mis brazos, acariciando suavemente mi cuello, mis pechos, presionando mis pezones, primero suave, luego cada vez más fuerte, empecé a sentir dolor y a su vez una excitación que me hacía notar mi entrepierna cada vez mas y mas mojada, sin verlo, podía notar cómo se sonreía, ya que era totalmente consciente de mi cada vez más creciente excitación.

Cuando hubo torturado mis pezones a placer, los soltó dejándolos de pronto sintiendo un total desamparo al no tener sus manos presionándolos de esa forma que tanto le gusta y que a mi tanto me excita. 


Siguió su recorrido hacia abajo, acariciando con el calor de sus manos mi estomago, volteando mi ombligo, hasta llegar a mi monte de Venus. 
Pude notar con total desolación como pasaba de largo esa zona que tanto anhelaba sus caricias, latente  mojada, deseando ser rozada siquiera por las yemas de los dedos de su Amo, recorriéndola por la parte exterior hasta llegar a mis muslos, sentía que mi cuerpo ardía, que podía explotar en cualquier momento, pero mi Amo siguió bajando hasta llegar a mis tobillos, los que sujetó uno a uno con sendas correas similares a las que asían mis muñecas, dejándome así, con brazos y piernas, atadas en cruz sobre la mesa.

Dejó de nuevo pasar unos minutos que bien podían haber sido horas, debido a la intensidad y la excitación con que estaba viviendo esa experiencia nueva para mí, cuando empecé a sentir un olor que me era familiar, dulce, intenso, un olor que me era inconfundible, era chocolate.


Podía notarlo , de la misma forma que si lo hubiera tenido en la boca y lo estuviera saboreando, toda la habitación estaba impregnada de ese dulce e intenso olor, que si bien no podía ver de donde procedía, lo cierto es que me excitaba muchísimo más aún.



De pronto, noté sobre mi pecho un calor, me quemaba, era una sensación como de cera caliente, pero mucho más liquido, pues podía notar como resbalaba por mi cuerpo, esa misma sensación fue recorriendo distintas partes de mi cuerpo, mi cuello, mi estomago, mi ombligo mis muslos, fui aguantando la respiración por momentos según notaba que ese liquido me quemaba, dolía pero a su vez me excitaba sobremanera, respiraba con fuerza, en algunas ocasiones no podía evitar soltar algún gemido el cual provocaba que ese dulce suplicio se detuviera por unos instantes, pero no fue hasta el momento en que ese liquido ardiente, rozó mi clítoris, cuando no lo pude evitar, sin darme siquiera cuenta, gritaba, de dolor, de excitación, de placer, mi cuerpo se retorcía bajo el calor intenso de ese liquido ardiente que olía como el más dulce oro negro azteca.

Unos segundos después, pude notar los dedos de mi Amo acariciando mi boca con ternura, me besó, y de nuevo se acercó a mi oído para susurrarme “te has portado muy bien putita mía, ahora vas a correrte”, al tiempo que introducía algo frio y sabroso en mi boca, era una fresa, repitió la acción un par de veces más, una con sus dedos y otra ofreciéndome la fresa con su propia boca, pues pude notar la suavidad de sus labios cuando me la ofrecía.


Luego me quitó el pañuelo para que pudiera ver.

La visión que se mostró ante mi era realmente espectacular, yo, sobre la mesa, atada de pies y manos, y totalmente cubierta de chocolate. 


Miré a mi Amo y él me sonrió, me besó una última vez y vi como se alejaba de mi boca para adentrarse en el espacio que había entre mis piernas totalmente abiertas.

Pude notar su lengua, fría aun por las fresas, adentrándose en mi interior, lamiendo todo el chocolate que anteriormente había vertido en mi coño ahora cubierto de una capa liquida y dulce. 


Rozó mi clítoris, y se adentró en mí de una forma que en pocos segundos no pude más que explotar de placer.


Mi Amo desabrocho las correas de mis manos, me incorporó con cuidado y después de besarme de nuevo, me desabrochó también las de los pies, no pude resistir la tentación de pasar un dedo por mis pechos y lamer el chocolate que quedó impregnado en el. 

Mi Amo al verme, me sonrió y me dijo, “ahora todavía eres más dulce, zorrita”, me ayudó a levantarme de la mesa y me acompañó al baño.

Me lavó, mientras me observaba como el objeto de su deseo y después me acostó, caí en brazos de Morfeo a los pocos minutos, rodeada por el calor y los acogedores brazos de mi Amo. 



vera

Dulcemente Aguarda



DULCEMENTE AGUARDA


En la lejanía su dulce e indómita,
dormita la indómita mientras la dulce aguarda.
La tibia calma de la luz muriendo tarda,
mas espera paciente, para de su Amo ser mérita.

Ansiosa espera el hermoso presente,
con el gélido temor de ser de él privada.
De su cuerpo y de su alma él es regente,
la virtud de su presencia, harto anhelada.

Necesidad de saberse realmente poseída,
por él, conocedor de todo lo que alberga su alma.
Él la disciplina, le hace mantener la calma,
forjando su interior, tiernamente sometida.

Abandona la indómita el influjo de Morfeo,
anhelante de pasión, puro fuego creciente.
Cual mariposa en libertad inicia su aleteo,
para caer en brazos de aquel que su fuerza aliente.

Recién moldeada emerge del crisol
Y cual musa de Apolo resplandece.
La triste oscuridad de su interior perece
bajo la cálida luz de su Amo, su dios Sol.

El placer del dolor que le otorga, dulce agonía,
mas la larga espera resulta demasiado amarga.
Arde la indómita de deseo, lo ansía.
La dulce sumisa, dulcemente aguarda.

vera



Mi Sol



Es fácil comprender porque lo adoro. ¿Por qué los girasoles adoran al sol?
Él es quien les da la luz, la energía, el calor, a quien admiran con fervor cuando resplandece y por quien agachan la cabeza cuando se aleja, es su todo, el que los hace ser como son y lo que son, sin el que se acabaría su existencia.

Al conocerlo, cual girasol me abrí para usted, desnuda, le mostré mi alma, lo bueno lo malo y lo peor de mi, y lo aceptó todo, sin distinción, sin reproches ni prejuicios, y me regaló la luz, la libertad de ser yo misma, sin mentiras, sin miedos, apareció en mi vida y me devolvió mi ser, y yo decidí regalárselo a usted.


Encontré en usted un amigo, un compañero de viaje en mi nueva vida, una nueva ilusión, quien me cuida en mis malos momentos y quien comparte mis anhelos y mis fantasías, hace que quiera sentirme bien y que quiera ser mejor, y es quien me ha demostrado ser quien me dará la mano cuando me sienta perdida, quien será mi guía.


Es aquel que provoca dolor en mi cuerpo para calmar el de mi corazón, quien me hace estremecer, gemir, gritar de placer, de dolor, quien después de la dulce agonía me ofrece la más sincera y tierna de las caricias, quien me mira a los ojos sin inseguridad y sin miedo a mostrar su deseo, el deseo que siente por mi.


Anhelo con todo mi ser que llegue el momento en que utilice mi cuerpo, que lo use a su antojo como los girasoles giran su cabecita hacia la luz y se mueven a los caprichos y al poder del sol.


Deseo que descubra mi alma, totalmente abierta a su luz.

Es quien me humilla cuanto mas me respeta, quien me somete para liberarme, quien me causa dolor para adorarme, quien me dice quien soy y me muestra ante el espejo de mi propia alma, y me demuestra que para sus ojos soy la más deseable.


Es mi Amo, mi Señor, un Amo, respetuoso, amable, divertido, cariñoso, estricto, tolerante, con quien poder razonar y también aprender, que me consiente y me castiga en la justa medida, quien premia mi iniciativa y contiene mi impaciencia, capaz de proteger a la dulce y de someter a la indómita, alabando mi carácter en lugar de reducirlo, el hombre que merece que lo desee y le sea fiel, el Amo que merece mi adoración.


Se pregunta porque lo adoro, pues sólo preciso de tres palabras para decírselo, ES MI SOL.




vera