viernes, 25 de octubre de 2013

Libertad

Hace algún tiempo leí una frase que me gustó mucho, decía: “Dame alas para volar y motivos para quedarme…”. De esta frase yo haría mi particular versión añadiendo “que yo misma pondré una cadena alrededor de mi cuello y te la entregaré.”

Eso es exactamente lo que hace mi Amo, darme alas, y motivos para quedarme. 

Me alienta haciéndome crecer cada día un poquito más como sumisa y como persona, haciendo que tenga esperanza,  que sea fuerte y paciente (aunque esto último le cuesta un poquito más…).

 Y no solo me da alas, también me impulsa para que pueda emprender el vuelo y me asegura que estará ahí para cogerme si caigo.

Ese es el motivo por el que deseo entregarle el extremo de esa cadena que rodea mi cuello, que me posea y me dirija, deseo hacerle sabedor de que a pesar de la distancia que ahora nos separa, es mi dueño y le soy fiel, pero también sé, que no necesito decírselo para que lo sepa.

Aunque sé que es algo pronto para poder saber si puedo, nada desearía más que ofrecerle mi libertad, ser su esclava. Vivir con él el dolor, el placer, enfrentarme de nuevo al amor que tanto daño me ha causado y al que temo, ofrecerme total y plenamente en cuerpo y alma, para siempre.

Mi Amo es el que me motiva día a día para que siga siendo quien soy, quien debo ser, pero no solo para él, sino también y principalmente para mí. Es quien un día me dio la libertad de poder ser yo misma, a quien se la debo y a quien la quiero entregar.


La libertad es algo tan complejo que en ocasiones es exactamente privándote de ella cuando más libre te sientes. 


vera




jueves, 24 de octubre de 2013

CHOCOLATE






CHOCOLATE


Esa noche estaba cocinando para mi Amo, vestida solo con una sencilla camiseta de tiras, me esmeraba para que todo saliera perfecto y fuera de su agrado.

De pronto vino hacia a mí, creí que para ver qué era lo que estaba haciendo, pues también es aficionado a la cocina. Se acercó a mi oído rodeando con su brazo mi cintura “deja eso ahora”, me dijo. 
Le obedecí de inmediato, apagué el fuego y aparté lo que estaba haciendo hasta ese momento.

Me besó con tanta intensidad que si hubiera tenido algo en las manos de seguro se me habría caído sin siquiera darme cuenta, me cogió sin apartar sus labios de los míos, luego me apoyó sobre la mesa, boca abajo, con sumo cuidado. 

Pude ver por el rabillo del ojo como se acomodaba tras de mí, sentado en una silla. Acarició mis nalgas, con la misma ternura de siempre y después de pasar sus dedos por mi coño totalmente húmedo ya por la excitación, comenzó a azotarme, una y otra vez, y otra, perdí la cuenta y también la noción del tiempo, hasta que me levantó de la mesa y me besó.

Luego me cogió entre sus brazos y me sentó sobre la mesa.

Hasta ese mismo instante no me había percatado de que en las manos llevaba un pañuelo, mi pañuelo, el que siempre usaba para taparme los ojos cuando quería privarme temporalmente de ese sentido. 

Me lo acercó y lo ató fuertemente, dejándome inmersa en la más absoluta oscuridad.

Pudieron pasar varios minutos, pero la excitación que acrecentaba en mi interior hizo que ni siquiera fuera realmente consciente de cuánto tiempo pasó exactamente antes de volver a notar las manos de mi Amo sobre mí. 


Me sujetó de las muñecas y noté como me abrochaba algo en ellas, como unas correas de cuero, me recostó sobre la mesa y llevó mis manos por encima de mi cabeza hasta sujetarlas cada una a un lado, abiertas, como si las estuviera atando a cada una de las patas de la mesa, bajó sus manos rozando despacio por mis brazos, acariciando suavemente mi cuello, mis pechos, presionando mis pezones, primero suave, luego cada vez más fuerte, empecé a sentir dolor y a su vez una excitación que me hacía notar mi entrepierna cada vez mas y mas mojada, sin verlo, podía notar cómo se sonreía, ya que era totalmente consciente de mi cada vez más creciente excitación.

Cuando hubo torturado mis pezones a placer, los soltó dejándolos de pronto sintiendo un total desamparo al no tener sus manos presionándolos de esa forma que tanto le gusta y que a mi tanto me excita. 


Siguió su recorrido hacia abajo, acariciando con el calor de sus manos mi estomago, volteando mi ombligo, hasta llegar a mi monte de Venus. 
Pude notar con total desolación como pasaba de largo esa zona que tanto anhelaba sus caricias, latente  mojada, deseando ser rozada siquiera por las yemas de los dedos de su Amo, recorriéndola por la parte exterior hasta llegar a mis muslos, sentía que mi cuerpo ardía, que podía explotar en cualquier momento, pero mi Amo siguió bajando hasta llegar a mis tobillos, los que sujetó uno a uno con sendas correas similares a las que asían mis muñecas, dejándome así, con brazos y piernas, atadas en cruz sobre la mesa.

Dejó de nuevo pasar unos minutos que bien podían haber sido horas, debido a la intensidad y la excitación con que estaba viviendo esa experiencia nueva para mí, cuando empecé a sentir un olor que me era familiar, dulce, intenso, un olor que me era inconfundible, era chocolate.


Podía notarlo , de la misma forma que si lo hubiera tenido en la boca y lo estuviera saboreando, toda la habitación estaba impregnada de ese dulce e intenso olor, que si bien no podía ver de donde procedía, lo cierto es que me excitaba muchísimo más aún.



De pronto, noté sobre mi pecho un calor, me quemaba, era una sensación como de cera caliente, pero mucho más liquido, pues podía notar como resbalaba por mi cuerpo, esa misma sensación fue recorriendo distintas partes de mi cuerpo, mi cuello, mi estomago, mi ombligo mis muslos, fui aguantando la respiración por momentos según notaba que ese liquido me quemaba, dolía pero a su vez me excitaba sobremanera, respiraba con fuerza, en algunas ocasiones no podía evitar soltar algún gemido el cual provocaba que ese dulce suplicio se detuviera por unos instantes, pero no fue hasta el momento en que ese liquido ardiente, rozó mi clítoris, cuando no lo pude evitar, sin darme siquiera cuenta, gritaba, de dolor, de excitación, de placer, mi cuerpo se retorcía bajo el calor intenso de ese liquido ardiente que olía como el más dulce oro negro azteca.

Unos segundos después, pude notar los dedos de mi Amo acariciando mi boca con ternura, me besó, y de nuevo se acercó a mi oído para susurrarme “te has portado muy bien putita mía, ahora vas a correrte”, al tiempo que introducía algo frio y sabroso en mi boca, era una fresa, repitió la acción un par de veces más, una con sus dedos y otra ofreciéndome la fresa con su propia boca, pues pude notar la suavidad de sus labios cuando me la ofrecía.


Luego me quitó el pañuelo para que pudiera ver.

La visión que se mostró ante mi era realmente espectacular, yo, sobre la mesa, atada de pies y manos, y totalmente cubierta de chocolate. 


Miré a mi Amo y él me sonrió, me besó una última vez y vi como se alejaba de mi boca para adentrarse en el espacio que había entre mis piernas totalmente abiertas.

Pude notar su lengua, fría aun por las fresas, adentrándose en mi interior, lamiendo todo el chocolate que anteriormente había vertido en mi coño ahora cubierto de una capa liquida y dulce. 


Rozó mi clítoris, y se adentró en mí de una forma que en pocos segundos no pude más que explotar de placer.


Mi Amo desabrocho las correas de mis manos, me incorporó con cuidado y después de besarme de nuevo, me desabrochó también las de los pies, no pude resistir la tentación de pasar un dedo por mis pechos y lamer el chocolate que quedó impregnado en el. 

Mi Amo al verme, me sonrió y me dijo, “ahora todavía eres más dulce, zorrita”, me ayudó a levantarme de la mesa y me acompañó al baño.

Me lavó, mientras me observaba como el objeto de su deseo y después me acostó, caí en brazos de Morfeo a los pocos minutos, rodeada por el calor y los acogedores brazos de mi Amo. 



vera

Dulcemente Aguarda



DULCEMENTE AGUARDA


En la lejanía su dulce e indómita,
dormita la indómita mientras la dulce aguarda.
La tibia calma de la luz muriendo tarda,
mas espera paciente, para de su Amo ser mérita.

Ansiosa espera el hermoso presente,
con el gélido temor de ser de él privada.
De su cuerpo y de su alma él es regente,
la virtud de su presencia, harto anhelada.

Necesidad de saberse realmente poseída,
por él, conocedor de todo lo que alberga su alma.
Él la disciplina, le hace mantener la calma,
forjando su interior, tiernamente sometida.

Abandona la indómita el influjo de Morfeo,
anhelante de pasión, puro fuego creciente.
Cual mariposa en libertad inicia su aleteo,
para caer en brazos de aquel que su fuerza aliente.

Recién moldeada emerge del crisol
Y cual musa de Apolo resplandece.
La triste oscuridad de su interior perece
bajo la cálida luz de su Amo, su dios Sol.

El placer del dolor que le otorga, dulce agonía,
mas la larga espera resulta demasiado amarga.
Arde la indómita de deseo, lo ansía.
La dulce sumisa, dulcemente aguarda.

vera



Mi Sol



Es fácil comprender porque lo adoro. ¿Por qué los girasoles adoran al sol?
Él es quien les da la luz, la energía, el calor, a quien admiran con fervor cuando resplandece y por quien agachan la cabeza cuando se aleja, es su todo, el que los hace ser como son y lo que son, sin el que se acabaría su existencia.

Al conocerlo, cual girasol me abrí para usted, desnuda, le mostré mi alma, lo bueno lo malo y lo peor de mi, y lo aceptó todo, sin distinción, sin reproches ni prejuicios, y me regaló la luz, la libertad de ser yo misma, sin mentiras, sin miedos, apareció en mi vida y me devolvió mi ser, y yo decidí regalárselo a usted.


Encontré en usted un amigo, un compañero de viaje en mi nueva vida, una nueva ilusión, quien me cuida en mis malos momentos y quien comparte mis anhelos y mis fantasías, hace que quiera sentirme bien y que quiera ser mejor, y es quien me ha demostrado ser quien me dará la mano cuando me sienta perdida, quien será mi guía.


Es aquel que provoca dolor en mi cuerpo para calmar el de mi corazón, quien me hace estremecer, gemir, gritar de placer, de dolor, quien después de la dulce agonía me ofrece la más sincera y tierna de las caricias, quien me mira a los ojos sin inseguridad y sin miedo a mostrar su deseo, el deseo que siente por mi.


Anhelo con todo mi ser que llegue el momento en que utilice mi cuerpo, que lo use a su antojo como los girasoles giran su cabecita hacia la luz y se mueven a los caprichos y al poder del sol.


Deseo que descubra mi alma, totalmente abierta a su luz.

Es quien me humilla cuanto mas me respeta, quien me somete para liberarme, quien me causa dolor para adorarme, quien me dice quien soy y me muestra ante el espejo de mi propia alma, y me demuestra que para sus ojos soy la más deseable.


Es mi Amo, mi Señor, un Amo, respetuoso, amable, divertido, cariñoso, estricto, tolerante, con quien poder razonar y también aprender, que me consiente y me castiga en la justa medida, quien premia mi iniciativa y contiene mi impaciencia, capaz de proteger a la dulce y de someter a la indómita, alabando mi carácter en lugar de reducirlo, el hombre que merece que lo desee y le sea fiel, el Amo que merece mi adoración.


Se pregunta porque lo adoro, pues sólo preciso de tres palabras para decírselo, ES MI SOL.




vera