sábado, 28 de junio de 2014

Una sumisa con perro



Te despierta cada mañana, con la mirada expectante y el hocico brillante, con traviesa ternura, esperando impaciente a que acabes de abrir los ojos al nuevo día que para él ya es simplemente maravilloso sólo por el hecho de despertar y que estés ahí.

Esos ojos profundos, brillantes, esa a veces exasperante alegría permanente y esa excitación al sentirse cerca de su Amo.

Entrega absoluta, amor incondicional, fidelidad perpetua, sin barreras, sin límites, sin preguntas, sin necesidad de palabras, siquiera con alguna leve mirada.

Atento al menor movimiento, a la más mínima señal de su Amo, ansiando ser reclamado para ofrecer o recibir algún mimo, con el único deseo de complacer.

Jadeos de sentimiento profundo, de necesidad de una caricia, de un pequeño gesto, de un indicio de cariño, de atención ... la espera ... y una total y absoluta pena, culpabilidad, inseguridad, ante la menor muestra de desdén.

Sumido en la pena y en la incipiente espera al verte partir, vive por ti y moriría por ti, dando todo y esperando únicamente el más mínimo sentimiento o muestra de amor de su Amo hacia él.

El sentimiento más sincero y agradecido de unos ojos entreabiertos que bajo la más sutil de tus caricias te observan con ilimitada adoración.

Como no sentirse afortunada y agradecida al ser objeto de tan bellos sentimientos, cuando tu misma los has sentido y sufrido en tu interior...?


vera.



miércoles, 4 de junio de 2014

Esperando...



… esperando… que no buscando.

Esperando que sea el momento, el lugar… esperando a Aquel que será mi Dueño, al que ofreceré mi sentir, mi entrega y la luz de mi alma … el que me hará eclosionar de nuevo, realzará mi máxima expresión, me permitirá sentir… volveré a ser todo aquello que anhelo, de Su mano.

En mi oscuridad puedo sentir su presencia, que no es otra ahora que la mía propia, el calor de mi fuego interior anhelándolo, el tacto de mis manos acariciando mi cuerpo,  sintiendo que podría únicamente habitar bajo mi piel, y no existir.

Solo la firme presión de una cuerda acompaña mis noches,  su sutil suavidad me trae el permanente recuerdo de que jamás de ese modo se han cernido unas manos sobre mí, a pesar de la sensación de haberlas sentido.
Las manos firmes de Aquel que un día me encuentre, de Aquel que me sienta,  del que será mi Señor y mi Amo.

Esperando… esperando sentir el placer concedido, el sufrimiento deseado,  el dolor asestado  por otras manos, esas manos que hoy no son otras que las mías propias.

Esperando a Aquel que regale susurros a mis oídos, me ordene con sus miradas, que se deleite con mis gritos y sea capaz de oír mis silencios.

El que me discipline, el que me torne su perrita obediente, que me haga notar un leve tirón de mi correa antes de errar, el que me halague con sus premios y  me honre con sus castigos.

Aquel que desde su altura sepa ver la belleza de mi alma a sus pies, saborear mi sentir sin temer ser cegado por el brillo de mi luz, estallando en sentimientos dirigidos, compartidos, Aquel que tome mi entrega y mi sentir, Aquel que me haga Suya.

Esperando… esperando ver la luz de nuevo en mi camino, esa que me ilumine con fuerza y me regale su calor, que me haga disfrutar del paisaje a mi alrededor, que me permita seguir sus pasos, me acompañe y me inste a seguir caminando, sin sufrir, sin pensar, sin preocuparme que camino tomar ni  cuál será mi derrota.

La dulce espera de aquella que se siente sumisa, ofrecida, entregada…. únicamente a su sentir.





vera