A los pies de mi Amo, desnuda, puedo notar como a momentos
me observa por debajo de su libro, siento su placer al tenerme dispuesta en
todo momento, a la espera de una simple orden suya. Contemplo las llamas y
espero, oyendo únicamente el crepitar de la madera en el más absoluto silencio,
tranquila por estar junto a Él, feliz por tocarlo, por sentirlo, por saberme
suya.
Permanezco durante
largo rato, a la espera, deseosa de que me permita acariciarlo, anhelando poder
tener su polla en mi boca, poder sentir su placer cálido derramándose en ella.
Mas debo ser paciente, pues se que eso es lo que mi Amo desea de mi en este
momento.
Con total tranquilidad, mi Amo, deja su libro a un lado y se
incorpora frente a mí. Sin mediar palabra, me toma del cuello y me insta a
levantarme, para después, aun con su mano acariciando mi cuello, besarme
intensamente. No necesito palabra alguna para saber qué es lo que desea de mí,
así que me limito a seguirle hasta la habitación. Antes de entrar en ella, me
ordena que me arrodille y espere en la puerta hasta que Él me permita entrar.
Tras unos minutos, en los que debido a la intriga la espera
me resulta eterna, mi Amo sale de la habitación, me toma de la mano, me levanto
y entro tras él. Noto el calor de las velas, y puedo ver su luz brillando sobre
mi piel desnuda, iluminándome tenuemente. Inconscientemente, y debido a mi
excitación, aprieto un poco la mano de mi Amo, y él con cariño lleva la mía a
su boca y la besa tiernamente.
Sobre la cama hay dos paquetes, dos cajas de cartón de color
burdeos con adornos plateados. Mi Amo me hace sentarme en el borde de la cama y
me explica que uno de los paquetes es para mí, el otro, aunque también debo
abrirlo yo, será para él.
Me deja elegir el orden en el que abrir los paquetes, y
decido abrir primero el suyo. Al abrirlo, descubro un látigo de colas, de color
negro, lo toco y puedo notar su suavidad entre mis dedos, por un momento pienso
que… parece imposible que con ese tacto tan suave ese accesorio pueda llegar a
provocarme dolor en las manos de mi Amo.
Absorta con lo que acababa de descubrir, no me había
percatado de que mi Amo me estaba mirando fijamente y me sonreía, levanté la
vista, y al mirarlo, no pude más que arrodillarme a sus pies y ofrecerle el
látigo a la vez que bajaba de nuevo la vista hacia abajo. Mi Señor toma el
látigo de entre mis manos, lo deja sobre la cama, y me coge de los brazos para
que vuelva a sentarme en la cama y abra el otro paquete.
Al abrirlo, descubro un pañuelo de seda negro, casi
transparente, cubriendo algo que parece brillar por debajo de él. Al levantar
el pañuelo, y ver lo que había debajo, alzo la mirada hacia mi Amo, excitada
pero intrigada a la vez, pues lo que
acababa de ver eran unos grilletes, y una cadena brillante con un mosquetón en
uno de los eslabones del centro. Mi Amo, me coge de la barbilla y me dirige la
cabeza con sus dedos hacia un punto en el techo, en la esquina de la
habitación. Allí puedo ver entonces lo que hasta ese momento no había visto,
del techo sobresalía una pieza metálica como una especie de argolla.
Es en ese momento cuando puedo imaginar perfectamente para
que sirve, y por si albergaba alguna duda, la sonrisa de mi Amo y sus ojos de
deseo me hacen ver con total claridad para
que es todo aquello. Al darme cuenta,
inmediatamente puedo notar como mi
excitación aumenta, y me siento cada vez más y más húmeda. Cojo los grilletes
atados ya a la cadena y me los sujeto a las muñecas, para posteriormente
ofrecerle la cadena y mis manos a mi Señor, que me mira con satisfacción aun
sin decir nada.
Toma mis manos con suavidad y las examina para asegurarse de
que los grilletes no me aprietan demasiado, se acerca a mi oído y dulcemente me
susurra “te deseo”. Después coge el
mosquetón atado a las cadenas y me dirige hacia la esquina de la habitación,
justo debajo de la argolla.
Ata el mosquetón a la argolla y baja rozándome con sumo
cuidado, por las muñecas, los brazos, acariciándome hasta llegar a mi cintura,
donde me sujeta, me aprieta contra él y me pregunta si recuerdo la palabra de
seguridad, asiento, “si Amo” y me besa
justo después de oír mis palabras.
Se dirige hacia la cama, y coge el pañuelo de seda que sigue
sobre ella, vuelve hacia mi y me lo ata de manera que no puedo ver nada, solo
sentir su cercanía, su calor y sus caricias en mi mejilla al retirar sus manos
después de atarme el pañuelo a los ojos y besármelos uno tras otro por encima
de él
.
Puedo sentir como se aleja de mí, dejándome indefensa,
atada, con los brazos por encima de mi cabeza, sintiendo el frio y la ansiedad
tras su momentáneo abandono. Mas no tarda en volver, noto que me roza algo
suave, en los labios, el cuello, los pezones, el estomago, hasta llegar al
interior de mis muslos y rozar suavemente mi clítoris ahora tremendamente
húmedo por la excitación.
Noto de nuevo como se aleja de mí, y puedo oír un pequeño
chasquido. Inmediatamente siento como ese chasquido, estalla contra mi piel, varias
veces, en mis pechos, primero suave, luego cada vez más fuerte, variando de
intensidad, bajando a mi estomago, a mis muslos, hasta que de repente, golpea
en mi coño rozándome con suavidad el clítoris y provocándome un fuerte grito de
dolor y de placer a la vez, noto las colas del látigo, una a una como rozan mi
coño, una y otra vez, siento como estallan en él provocándome un fuerte dolor y
el mayor placer que había sentido jamás.
De pronto, los golpes cesan, desolado por el abandono, mi
cuerpo tiembla como una hoja a causa de las sensaciones, de la excitación, y
siento que si no estuviera atada al techo me desplomaría en cualquier momento.
Mi Señor se acerca a mí, me besa en los labios con mucha
suavidad y con sus manos desata el pañuelo de mis ojos. Mientras recupero la
visión puedo ir visualizando la imagen de mi Amo, con esa mirada tan intensa,
esa mirada de placer absoluto que me hace sentir orgullosa de haberle
complacido.
Se acerca a mi oído y me susurra bellas palabras de aliento
mientras me libera de las cadenas que me sostienen y que ya empiezan a entumecer mis brazos.
Aunque intento por todos los medios que mis piernas soporten
el peso de mi cuerpo, no lo consigo, me desplomo en los brazos de mi Amo
temblando todavía. Me lleva hasta la cama y me arropa tiernamente, se desnuda,
se mete en la cama conmigo y me abraza.
Es en ese mismo momento cuando me siento tocar el cielo,
orgullosa de servirle, feliz de sentirlo conmigo. Me aferro a los brazos de mi
Amo y no puedo evitar derramar algunas lágrimas, por sentirme tan dichosa, por
sentirme completa, por sentirme suya.
vera_de_E.