domingo, 25 de mayo de 2014

Una Sonrisa




Aquel que sin conocerte es capaz de ver la tristeza en ti, aquella que a pesar de tu absoluta transparencia intentas que siga oculta, Él que puede ver  también la tenue luz que en tu interior se esconde, tras tu tristeza.

Aquel que desde la lejanía te contempla y es capaz de vislumbrar todo lo que aquellos que se acercan no son capaces de ver. Y sin embargo permanece ahí, en calma, tras la intensidad de las olas, copado por ellas.

Aquel que se toma la consentida libertad de levantar tu mentón para que puedas ver el universo que te rodea, un universo que tus ojos no logran ver, empañados por esas lagrimas que con sinceras palabras seca y así, de ese modo,  hace de nuevo brillar tu luz.

Sin pedir nada a cambio, sin esperar nada… y de esperarlo… ¿Qué importa?

 Si solo desea verte resplandecer y no teme que la intensidad de tu luz lo ciegue… bien merece el privilegio de esperar cualquier cosa que desee sin ser juzgado más que por lo que sin duda es, todo un Caballero y un Señor.

Aquel que abre tus ojos para mostrarte la verdad, y que te hace ver en ti todo aquello que tu confusión nubla. Aquello que por temer al dolor eres incapaz de ver. Lo que niegas.

Aquel que con la verdad te sume en una total y absoluta pena, y a su vez es capaz de rescatarte de lo más profundo de ti, de tu dolor y  sacarte de nuevo a flote acompañada de tu risa.

Aquel con la humildad de no precisar mostrar sus virtudes y a su vez  dispuesto a mostrarse claro como el agua sin pretensión de ocultar sus carencias.

Aquel por quien aquella sumisa digna de esperar su regreso, no podría más que tejer ese manto permanentemente inconcluso, no solo por diez años sino por el resto de sus días.


Él, que te muestra el cielo y te regala una estrella, que sopla las nubes para ti, para que de nuevo puedas ver el Sol, que es capaz de ver tu luz brillar en la oscuridad, es único y absoluto merecedor cuanto menos de tu sonrisa.





vera







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