Siento la humedad en mi interior, en mis muslos, puedo oír
mi palpitar acelerarse por momentos. Tras reparar en la inmovilidad de mis piernas, inmediatamente siento la inherente necesidad
de elevar mi culo y postrarme, ofrecida, entregada, atada.
La sensación de las sabanas sobre mi piel me pesa, abro los
ojos con lentitud, acomodándolos a la luz del amanecer, explota en mi interior un
cúmulo de sensaciones, de sentimientos, de emociones y a mi alrededor solo puedo oír el
silencio, la calma.
Busco en los rincones de mi mente, intentando recordar,
persiguiendo aunque sea un resquicio de mi sueño, algo que pueda explicar el
porqué de esa sensación, y doy de nuevo con el recuerdo de su desconocido
tacto, una ilusión creada en mi mente, que me lleva a sentirme protegida, bajo
su manto, entre sus brazos.
Recobro de nuevo la conciencia y deshago las cuerdas que han
acompañado mi húmedo y desconocido sueño.
Observo los surcos que permanecen en mi piel, los acaricio
con mis dedos, lentamente, absorta en mis pensamientos y en ese otro sueño que
se repite una y otra vez, como un recuerdo que se niega a abandonar mi mente,
como un permanente susurro, sin embargo éste, no logro recordarlo.
Acaricio esa parte de mi piel marcada, moldeada, puedo ver
en ella el resplandor de la luz, la sombra de mis dedos al pasar sobre esas
marcas, acariciándolas… y puedo sentirlo.
Sigo acariciándome, despacio, hasta llegar a mi entrepierna, abro
mis muslos y me ofrezco a esa inexistente persona que observa frente a mi cama,
frente a mí, rozándome suavemente, inspiro con fuerza mientras impregno
mis dedos de mi humedad, de mi esencia.
Cierro los ojos y siento el calor de mi piel en la palma de
mis manos mientras subo hacia mi pecho, acaricio mis pezones, sigo respirando
con lentitud, llevo mis manos por todo mi cuerpo hasta llegar a mis labios,
hasta sentir en mi boca mi esencia, mi sabor.
Muevo mis piernas levemente enredadas aun por aquello que
las apresaba hace un momento, esperando cumplir sus órdenes, anhelando realizar
sus deseos, aquello que ha dejado en mi piel su rastro, su marca, lo que ha
hecho que me embargara una explosión de sensaciones, de recuerdos que en
realidad no lo son pues nunca ocurrieron, de sentimientos, de emociones, aquello
que me ha acompañado en la noche haciéndome soñar, sentir, y sin embargo bajo
la luz del amanecer, ya sujeto entre mis manos recupera su sencillez, ese
objeto que tanto me ha hecho sentir, no es más que un trozo de cuerda.
vera
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