Desperté mucho antes del amanecer, antes de descubrir los
ojos pardos de mi rubio moloso, de notar el húmedo hocico apremiándome como
todos los días, contento y agitado moviéndose alrededor de mi cama. Desperté
antes incluso de que el primer destello de sol anunciara la llegada del nuevo
día.
Desperté pensando en noches de insomnio… noches que se
tornaron amaneceres envueltos en un sentir especial, acariciados por esas
palabras, que a mi pensamiento retornaban a cualquier hora del día, que me
hacían sonreír.
Cerré nuevamente mis ojos intentando recuperar el abrazo de
sus palabras entre la bruma de un sueño, regresando a un momento mágico que me
permitiera recuperar ese sentir, antes siquiera de saber si en los próximos
días me sería posible vivirlo de nuevo.
Me sobresaltó el contacto de unas manos fuertes apresando
mis tobillos, arrastrando mi cuerpo a los pies de la cama, abriendo mis piernas
hasta el punto de sentir una fuerte presión en las ingles. Apresando mis pies,
antes de que mi mente tuviera a penas tiempo de reaccionar, uno tras otro, para
mantenerlos en esa postura… inmóvil.