Hace poquito que estoy en este mundo del BDSM y es por eso
que no me considero apta para dar consejos a nadie. Pero al ser precisamente
eso, nueva, cometo errores y de ellos se pueden aprender muchas cosas.
Es por
eso que me decido a compartir mis reflexiones con un ejemplo muy sencillo
intentando aprender de mis errores y compartiéndolos para que les puedan
servir a otros también.
Frecuentemente en los niños se da el caso que desean
fervientemente adquirir un juguete en concreto. En la mayor parte de los casos
(o al menos cuando yo era niña era de esta forma…) saben que no van a tenerlo así
porque si, van a tener que ganárselo de algún modo.
Para eso empiezan a “trabajar”
con el fin de adquirir el juguete deseado, empiezan a portarse mejor que nunca,
hacen sus deberes, incluso en ocasiones son más atentos y detallistas con los
que los rodean, siempre con el fin de cumplir su deseo de adquirir ese juguete
que tanto anhelan.
Evidentemente ese trabajo tarde o temprano da su fruto y un día
se les concede el deseo, tienen por fin ese juguete que tanto habían deseado.
Quieren
jugar con él a todas horas, no quieren desprenderse de él por nada, pues por
fin tienen lo que desean, es SUYO.
Pero un día, esa magia que rodea al deseo de obtener algo
que no tienen, se acaba.El juguete en cuestión es colocado en un estante, ya no
juegan con él, pero aun así, desean tenerlo ahí, es SU juguete.
Cuando llega eso, cuando te ves en el estante, confundido,
viendo como a tu alrededor todo se mueve menos tú, sientes la necesidad de que
todo vuelva a ser como antes, necesitas ser ese juguete favorito, y estas
dispuesto a cualquier cosa por serlo, por ser el bien más preciado de tu Dueño.
En un acto de desesperación
saltas del estante y te lanzas al vacío, con el fin de llamar la atención, para
que vuelvas a estar allí, en el lugar que crees que te pertenece, donde debes
estar, en el único lugar del mundo que deseas estar.
Pero las cosas no siempre salen como uno desea y al caer del
estante te rompes.
Se ha acabado todo para ti, pues ningún niño quiere jugar
con un juguete roto, por más que haya deseado ese juguete en su día.
Ayer tuve una breve conversación con alguien que, sin ánimo
de nada (cosa desgraciadamente poco frecuente en estos medios…) siempre me ha
dado buenos consejos, esa conversación me hizo pensar.
Somos Sumisas, no somos juguetes inanimados sin poder de elección
ni de decisión.
Tenemos el privilegio de elegir a nuestro Dueño, pero también la
obligación de elegirlo bien para que nuestro Amo no se encuentre de repente con
su juguete favorito tirado en el suelo y roto.
Cuando nos rompemos, podemos volvernos a levantar, unir
nuestras piezas y tal vez volvamos a ser el juguete favorito de alguien.
Cierto
que no volveremos a estar “nuevas”, pero en nuestro caso, cuando te rompes no
quedas inutilizada, aprendes, ganas experiencia para no cometer los mismos
errores, creces y puedes llegar a resplandecer mucho más que cuando eras un juguete
nuevo.
No pretendo con este escrito buscar moralejas de cuento ni muchísimo
menos dar consejos.
Solo seguiré leyendo y escuchando opiniones y consejos que
me enriquezcan, compartiendo humildemente mis experiencias por si a alguien
pueden servirle y sobretodo intentando aprender de mis errores, porque aunque
como buena neófita cometeré muchos más, como sumisa, tengo el firme propósito de
sacar partido de ese dolor con el fin de aprender a ser feliz.
vera.
No hay comentarios:
Publicar un comentario