Como si se tratara de una broma del destino, en el momento
en que menos te lo esperas, aparece de repente en tu vida. No te pide nada, ni
te ofrece nada tampoco, solo se mantiene ahí, atento, observando, deduciendo a
través de tus palabras, arrancándote silencioso todos tus secretos, los que tu
le cuentas… también los que no.
Tú no buscas nada, pero encuentras en sus palabras,
directas, claras, algo que de algún modo hace que te intereses, que te lleva a
querer más, se te refleja en Él la imagen del
Dominante, y en tu infinita curiosidad sientes la necesidad de conocerle,
pues sientes su fuerza, su intensidad.
Pero Él no es solo un Dominante….
Puedes sentirlo desde el mismo momento en que sus palabras entran directamente en tu interior, te atraen, te llevan a su terreno y no puedes evitarlo, ni quieres evitarlo tampoco.
El sonido de su voz se introduce en ti, fundiéndose con tu
esencia, con esa parte de ti que intentas con todas tus fuerzas ocultar, tienes
miedo, sabes que es tu parte más vulnerable, la que controla todo tu ser, la
que hará que te eleves a lo más alto o sumirte en la más absoluta miseria.
En ese momento te descubres indefensa, vulnerable cual
presa, sabes que no vas a poder evitar seguir ahí, porque es el perfecto Depredador, todo en Él te atrae.
La distancia entre vosotros te hace sentir a
salvo de algún modo, aunque sabes que estás solo a un par de zancadas de ser su
víctima, lo temes, pero algo en tu interior hace que lo desees.
Como buen Depredador no le sirve cualquier presa, solo
aquella que pueda suponerle algún reto, la que sea capaz de poner a prueba su
capacidad, la que haga brotar todos sus instintos…
Solo esa es digna de su
esfuerzo en capturarla, pues esa es la SUYA, la única por la que al someterla,
al saborearla, sentirá que es esclavo de su esencia y que Él no era el Depredador, sino la presa.
Se mantiene a la espera, tranquilo, algo en ti ha llamado su
atención, pero aun así, no tiene prisa, le complace el saber que de ser lo que
Él busca, lo que necesita, habrá merecido la pena mantener esa magia, no tendrá
necesidad de hacer ningún movimiento porque solo sus palabras, lo que dice y…
lo que imaginas, todo te llevará hacia Él, sin poner resistencia en absoluto, porque ya no tendrás esa opción, ya no es tu
mente la que dirige tu cuerpo y tu alma, es Él, porque sabe al igual que tu,
que ya le perteneces.
vera.
Lo malo de esos contextos es que consumen la esencia como un agujero negro, en lugar de alimentarla. Y rara vez alguien les pone en su sitio antes de salir lastimados.
ResponderEliminarEs posible, pero en ocasiones el instinto es más fuerte que la razón y hay cosas inevitables aún a riesgo de salir lastimado.
EliminarGracias por comentar, un placer tenerle por aquí.
vera.