viernes, 14 de septiembre de 2018

Sin Miedo


Breves palabras. Esas que sin saber qué tan lejos aguarda, fervientemente pero tranquila ansío, imaginándolas el preámbulo de hallar tus ojos frente a mí. 

Da miedo, dije... y casi en el mismo instante pasó por mi mente la verdad, esa que siempre compartimos, sentí la sensación que ésta vez no era así, no contigo, no sentía miedo sino calma.

Esa calma que apacigua la mente mientras el alma se desgarra en gritos ahogados, nuevamente deseados, gemidos de placer infinito bien hallados hace poco, solo en susurros, palabras desde el otro lado del mar y en los sueños.

Calma que advierte un tiempo en que brotará en mí nuevamente ese placer, ese sentir de saber que la llama sigue viva.

Brotan de mi mente imágenes, antes acalladas por temor a ser herida de nuevo, sintiendo ahora únicamente, sin pensar, pues habré de lamer el néctar del placer o saborear la sangre brotar en lágrimas, pero no así perecer ni seguir muerta en vida.


Deseos antes evitados resurgen de mí esta noche y tantas otras, los dejo volar, sin medir ya las palabras esos pocos ratos en tu presencia y me imagino en tus manos.

Creando tu arte, imágenes eróticas, perversas, lujuriosas, esta vez solo con tus ojos y marcada en mi piel con tus manos, dientes, labios...

Puedo ver esas imágenes en la oscuridad. Tu boca lasciva entre mis muslos, libando mi placer mientras tus manos me sujetan acallando los temblores de mi cuerpo cada vez más deseoso de ti.

Mis labios entreabiertos, abriéndose paso a través de mi humedad aún en tu boca, saboreando las puertas de tu aliento y recibiendo cada respiración como la última, mientras en mi mano tu entrepierna empieza a palpitar.

Tus dedos enredados en mi pelo, sujetándolo con fuerza, apartándolo cuidadosamente de mi cara para poder así ver el deseo en mis ojos y la saliva resbalar por mi barbilla en cada embestida dentro de mi boca.

Mis manos agarrando con fuerza la cuerda que por encima de mi cabeza me mantiene inmóvil, a merced de cada sensación regalada por el más mínimo roce de tu cuerpo.

Tus brazos tensándose con el fuerte agarre de tus manos en mi cintura, mis caderas, golpeando mi culo ofrecido... acompasando tu respirar y mis gemidos cada vez que penetras en mí, agarrándome del pelo, del cuello, mordiendo mi clavícula poco antes de derramarte en mi interior y caer ambos en apacible sueño, sin importar el mundo alrededor.

Mis pezones erectos ante la más sutil caricia, deseosos de sufrir de tus manos y tu boca la dulce tortura anhelada.

Tu erección despertar entre mis nalgas con la primera luz de la mañana, exigiendo esa atención que mis labios, con sonrisa aún soñolienta solo desean dar.

Mis ojos brillando ante ese ansiado regreso, sabiéndose todo mi cuerpo tuyo, excitado, tembloroso, casi sin aliento ante tu inminente llegada...

Recuerdo ahora en la oscuridad y levemente sonrío, lejos pero contigo vuelve a mí ese pensamiento, la confianza, la tranquilidad, la calma, sin ansiedad, sin prisa... Y sin miedo.





vera.





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