domingo, 28 de septiembre de 2014

Sumisión






No es una decisión, ni siquiera una elección, es un sentimiento tan profundo que te desgarra desde el interior de tu alma para jamás volver a ser lo que antes fuiste.

Has dejado de ser esa persona que eras, para sentir que tu cuerpo, tu mente, tu alma… no van a pertenecer a nadie más que a Él, pues ni siquiera a ti te pertenecen.

Sientes que eres Suya, desde lo más profundo de tu ser hasta el último de los poros de tu piel.

Tu cuerpo solo es capaz de reaccionar a Sus órdenes, a Su voz, ya no puedes sentir el dolor sobre tu piel, pues el único sentimiento que te embarga, es la más absoluta dicha de sentirte en Sus manos, es Su placer lo único que importa, lo único que eres capaz de sentir.

No puedes entregarte a tu propio placer, pues únicamente puedes sentirlo si es a Él a quien lo entregas, si es tu Dueño quien te lo permite o quien te lo exige.

No te pertenece tu sueño ni tampoco las horas del día. Solo puedes sentir ansiedad en Su ausencia y una enorme felicidad en Su permanente presencia.

Te puedes sentir la mas dichosa al percibir Su alegría y también sufres Su pena. Le sientes junto a ti, dentro de ti, ya no es tu corazón el que palpita y se acelera en tu pecho al notar el más leve roce de Su piel, ese latir es tu ansiedad, la necesidad de seguir sintiéndole, tu corazón también le pertenece. Ya solo eres luz, la luz que Él hace brillar en ti, la que resplandece en Sus manos.

Solo a Aquel al que sientes, al que perteneces, le puedes ofrecer tu entrega, esa intensa sensación que hace temblar todo tu cuerpo, que te falte el aire en Su ausencia, que te hace sentir que en cualquier momento podrías explotar.

Arden tus lagrimas sobre tu piel al sentir Su ausencia, mengua todo tu ser  y sientes que no vas a lograr volver a respirar hasta poder escuchar de nuevo ese bálsamo en tu oído que es Su voz, esa  caricia que hace erizar tu piel con una simple mirada Suya.

Brilla en tus ojos la dicha al recibir la más cruel de las torturas, puedes sentir el mas inmenso placer al entregar todo tu dolor, ansias sentirlo en tu piel y que en ella permanezca Su marca como el más preciado regalo.

Ya nada más importa, solo puedes sentir necesidad de ser Su deseo, de merecer estar en ese lugar sagrado para ti, en el que deseas permanecer por siempre, siendo la  más fiel de las perras, sintiendo en la más sincera humildad el orgullo de ser amada por ese hombre que no precisa ningún pedestal, que no necesita ser un Dios, y que a pesar de ello, siempre alzarás la mirada para poder ver el brillo de Sus ojos, pues el único lugar del mundo donde deseas estar es a Sus pies.

Es sentir la larga y dulce espera, de pertenecer a  Aquel que ni siquiera sabes si por siempre sentirás el calor de Sus manos sobre tu cuerpo, si podrás tan siquiera sentirlo otra vez, no sabes si tan intensamente brillarás a Sus ojos con el paso del tiempo, solo puedes saber lo que te dice tu alma… que Él siempre será tu luz, que únicamente en Sus manos brillarás y sólo con eso te basta.

Es esperar por siempre…. A Aquel que ya te posee o al que deseas encontrar…

 Pero como bien dijo el poeta… ¿Quién sufre más, el que siempre espera, o aquel que nunca esperó a nadie?*

No es algo que decides, sino algo que eres, que vives, que sientes, que sufres, que esperas… pues has dejado de ser esa mujer que fuiste para ser lo que ahora eres… sumisa.




vera



*Frase de Pablo Neruda


2 comentarios:

  1. Una manera contundente de expresarlo

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  2. Pienso que cada cual lo expresa como lo siente, yo así lo intento.

    Gracias por su comentario Alejandro DOM

    Un cordial saludo.

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