No es una decisión, ni siquiera una elección, es un
sentimiento tan profundo que te desgarra desde el interior de tu alma para
jamás volver a ser lo que antes fuiste.
Has dejado de ser esa persona que eras, para sentir que tu
cuerpo, tu mente, tu alma… no van a pertenecer a nadie más que a Él, pues ni
siquiera a ti te pertenecen.
Tu cuerpo solo es capaz de reaccionar a Sus órdenes, a Su
voz, ya no puedes sentir el dolor sobre tu piel, pues el único sentimiento que
te embarga, es la más absoluta dicha de sentirte en Sus manos, es Su placer lo
único que importa, lo único que eres capaz de sentir.
No puedes entregarte a tu propio placer, pues únicamente
puedes sentirlo si es a Él a quien lo entregas, si es tu Dueño quien te lo
permite o quien te lo exige.
No te pertenece tu sueño ni tampoco las horas del
día. Solo puedes sentir ansiedad en Su ausencia y una enorme felicidad en Su
permanente presencia.
Te puedes sentir la mas dichosa al percibir Su alegría y también
sufres Su pena. Le sientes junto a ti, dentro de ti, ya no es tu corazón el que
palpita y se acelera en tu pecho al notar el más leve roce de Su piel, ese
latir es tu ansiedad, la necesidad de seguir sintiéndole, tu corazón también le
pertenece. Ya solo eres luz, la luz que Él hace brillar en ti, la que
resplandece en Sus manos.
Solo a Aquel al que sientes, al que perteneces, le puedes
ofrecer tu entrega, esa intensa sensación que hace temblar todo tu cuerpo, que te falte el aire en Su ausencia, que te hace sentir que en cualquier
momento podrías explotar.
Arden tus lagrimas sobre tu piel al sentir Su ausencia,
mengua todo tu ser y sientes que no vas
a lograr volver a respirar hasta poder escuchar de nuevo ese bálsamo en tu oído
que es Su voz, esa caricia que hace
erizar tu piel con una simple mirada Suya.
Brilla en tus ojos la dicha al recibir la más cruel de las
torturas, puedes sentir el mas inmenso placer al entregar todo tu dolor, ansias
sentirlo en tu piel y que en ella permanezca Su marca como el más preciado
regalo.
Ya nada más importa, solo puedes sentir necesidad de ser Su deseo, de merecer estar en ese
lugar sagrado para ti, en el que deseas permanecer por siempre, siendo la más fiel de las perras, sintiendo en la más
sincera humildad el orgullo de ser amada por ese hombre que no precisa ningún
pedestal, que no necesita ser un Dios, y que a pesar de ello, siempre alzarás
la mirada para poder ver el brillo de Sus ojos, pues el único lugar del mundo donde
deseas estar es a Sus pies.
Es sentir la larga y dulce espera, de pertenecer a Aquel que ni siquiera sabes si por siempre
sentirás el calor de Sus manos sobre tu cuerpo, si podrás tan siquiera sentirlo
otra vez, no sabes si tan intensamente
brillarás a Sus ojos con el paso del tiempo, solo puedes saber lo que te dice
tu alma… que Él siempre será tu luz, que únicamente en Sus manos brillarás y
sólo con eso te basta.
Es esperar por siempre…. A Aquel que ya te posee o al que
deseas encontrar…
Pero como bien dijo
el poeta… ¿Quién sufre más, el que siempre espera, o aquel que nunca esperó a
nadie?*
No es algo que decides, sino algo que eres, que vives, que
sientes, que sufres, que esperas… pues has dejado de ser esa mujer que fuiste
para ser lo que ahora eres… sumisa.
Una manera contundente de expresarlo
ResponderEliminarPienso que cada cual lo expresa como lo siente, yo así lo intento.
ResponderEliminarGracias por su comentario Alejandro DOM
Un cordial saludo.