No deseo pertenecer a un Dios, sino a alguien que me toque,
me sienta, me ame.
Alguien a quien Idolatrar con motivos y no con fe, con
confianza y entrega, a quien mostrar mi adoración con caricias compartidas, con
susurros, con anhelos, ofreciendo mi
pasión, mi ser, sintiendo que entre sus manos soy yo la inmortal, la que es
capaz de tocar el cielo con las manos por Él.
Que valore mis pecados, no mis penitencias, que me acompañe en
mis fantasías, que provoque y guie mi placer, que lo haga Suyo, que bese mis
imperfecciones y muestre con humildad las de Él, que realce la belleza de mi
alma y con Su luz prenda la mía.
A quien mostrar mi entrega y mi amor por Él con hechos, no
con rezos ni palabras.
Que comparta y escuche mis pensamientos, no los coarte, que
discipline mis acciones únicamente en el camino del placer, que sometiéndome me
haga libre, que me humille para elevarme, para ser su orgullo, digna de
permanecer a sus pies, expuesta únicamente a sus deseos, mostrando con actos
que es merecedor de mi sumisión.
Que castigue mi cuerpo y me haga sentir el orgullo de la
piel marcada, mi dolor por Él, el placer de ambos. Que me convierta en su
particular sacrificio, ofrecida en ese altar que es mi entrega.
Aquel al que pueda tocar, besar, sentir, que con sus dedos
borre mis lágrimas, que provoque mi sonrisa, que reciba todo mi ser, sin temor
a mi sentir, que me muestre el camino del placer a través del dolor, junto a Él,
de Su mano, que tras ofrecerme en la más absoluta lujuria me recoja entre sus
brazos meciéndome, temblorosa tras el placer.
Aquel a quien sus imperfecciones, sus dudas, temores,
errores, lo tornen cercano y a mis ojos más
hermoso y mas real.
No… yo no deseo un
Dios.
No necesito a nadie subido a un pedestal sino a aquel que a
mi lado, mientras siente el calor de mi piel desnuda, a lo lejos lo contemple
vacío y sonría, sabiendo que los dioses no existen y de existir nos tendrían
envidia, pues es nuestra imperfección y mortalidad, nuestra breve existencia, la
que hace que vivamos más intensamente haciéndonos únicos y especiales.
vera