sábado, 28 de noviembre de 2015
Lucero del Alba
De gran sabiduría y belleza interior, no es la soberbia su pecado… ni ambiciona ser un dios.
Desterrado en escritos y leyendas, de las huestes de ese cielo en el que algunos creen. Avezado guerrero que, armado con el don la palabra, lucha incesante y esperanzado Su particular batalla, en la gran guerra de este mundo que se destruye a sí mismo y en ocasiones parece estar a punto de desvanecerse.
Un extraordinario resplandor brilla en Su interior, y oculto entre bastas palabras e imágenes de libidinosas fantasías, un día, le descubro.
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