Te despierta cada mañana, con la mirada expectante y el hocico brillante, con traviesa ternura, esperando impaciente a que acabes de abrir los ojos al nuevo día que para él ya es simplemente maravilloso sólo por el hecho de despertar y que estés ahí.
Esos ojos profundos, brillantes, esa a veces exasperante alegría permanente y esa excitación al sentirse cerca de su Amo.
Entrega absoluta, amor incondicional, fidelidad perpetua, sin barreras, sin límites, sin preguntas, sin necesidad de palabras, siquiera con alguna leve mirada.
Atento al menor movimiento, a la más mínima señal de su Amo, ansiando ser reclamado para ofrecer o recibir algún mimo, con el único deseo de complacer.
Jadeos de sentimiento profundo, de necesidad de una caricia, de un pequeño gesto, de un indicio de cariño, de atención ... la espera ... y una total y absoluta pena, culpabilidad, inseguridad, ante la menor muestra de desdén.
Sumido en la pena y en la incipiente espera al verte partir, vive por ti y moriría por ti, dando todo y esperando únicamente el más mínimo sentimiento o muestra de amor de su Amo hacia él.
El sentimiento más sincero y agradecido de unos ojos entreabiertos que bajo la más sutil de tus caricias te observan con ilimitada adoración.
Como no sentirse afortunada y agradecida al ser objeto de tan bellos sentimientos, cuando tu misma los has sentido y sufrido en tu interior...?
vera.